domingo, 17 de mayo de 2020

EN EL CAUTIVERIO

Fue fácil. Quedarse en casa ha sido fácil.  Me gusta estar en casa. Organicé rápidamente un lugar de oración. También fácil.  Tengo un rincón en casa dedicado a la meditación y la oración y ahí he escuchado Misa todos los días y he orado varias veces al día. Sin olvidar el Rosario por la tarde, momento en el que encendía dos velas, una por los muertos y otra por los que luchaban por su propia vida y la de otros. 

Más pronto llegó la tormenta. ¿Qué estaba haciendo yo metido en casa? Pensé en acudir al hospital a cuidar de los enfermos sólos. Moví algunos hilos, pero finalmente el Espíritu Santo en oración y en discernimiento me sugirió cuidar de los míos.

Luego llegó la pérdida del  sentido de penitencia. Muchos sufrían y yo me esmeraba en no sufrir y pasar todo este tiempo lo mejor posible. Procuré vivir en constante contacto con el dolor de algunos enfermos y sentir su dolor como parte de la vida y tiempo que nos toca vivir.

Más tarde llegó la ira. Dejé de ver la televisión y leer en las redes sociales noticias. Me acordé de que la mejor forma de luchar es con la oración y me entregué a ella dejando al lado las ideologías. 

Ahora espero. Y no sé muy bien lo que espero. Y si hay algo que esperar pues todo lo  que verdaderamente importa lo tengo en abundancia, que es la Fé, aunque nunca es suficiente.

Me han faltado la Confesión y la Comunión. Dos Sacramentos capitales en mi vida. Había días que su falta mimaba mi ánimo.

Ayer el Papa Francisco hablaba de la "Mundanidad" y de como, incluso muchos católicos, somos mundanos y pretendemos hacer nuestra práctica religiosa, nuestra piedad, mundana. 

Volvemos al mundo y tengo claro que por mí parte que lo haga para santificarlo y santificarme. El lo dijo, ser Santos como mi Padre es Santo. Quiero ser santo. Y quiere santificar este mundo con mi trabajo como nos pide la Iglesia.

En esta Nueva Normalidad serán necesarios los santos. Los que  no suben a los altares, anónimos personajes llenos de compromiso por la vida.

Tiempo de crisis tiempo de santidad.

A por ella. 

Sin duda el Espíritu Santo en Pentecostés, que coincide con el desconfinamiento masivo, vendrá con una fuerza renovada para levantar de nuevo lo que haya caído y seguir adelante en la formación del Reino.

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