Las generaciones presentes no precisan de tal recurso, no necesitan redimirse. Dios está muy lejos de sus vidas. Les basta su egocentrismo autoreferenciado como a los griegos la razón y a los romanos el derecho en su momento.
Una comunidad de contemplativ@s es como una central nuclear, emite energía, una energía que algún día se podrá medir y verificar, pero que por ahora es cuestión de fé.
Nuestros abuelos la denominaron "Comunión de los Santos" sus efectos sobre quienes les rodean son muy beneficiosos.
Los ignorantes antepasados nuestros creían en el poder de las contemplativas. Ahora creemos más en el poder de Netflix y Tic Toc.
Vivir de espaldas a una comunidad de contemplativas es muy propio de la cultura actual que considera que la Iglesia es millonaria y es la que debe ocuparse de ellas y su patrimonio. Muy lógico para mentes clericales que son la mayoría, dado que fueron educadas como clericales y muchos de ellos siguen siéndolo y otros se pasaron al anticlericalismo. Entre ambos bandos vienen amargando la existencia a la sociedad en el último siglo.
Más bien es patrimonio de religiosos, hombres y mujeres con mentalidad laica y alma sacerdotal. Son pocos, muy pocos los bendecidos con esa Gracia.
Hoy en día existen contemplativos en comunidades religiosas y en la misma sociedad sin necesidad de enclaustramiento. Estos últimos, como levadura y sal forman parte de la sociedad de tal forma que pocos saben de su condición. En sus puestos de trabajo y en sus vidas se dedican a generar campos energéticos sanadores con sus oraciones, palabras y acciones.
Si tienes un contemplativ@ cerca tienes un gran regalo en tu vida.
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