En pocas semanas nos llamarán a votar.
Dicen que es uno de los signos de la democracia, que el pueblo tome la palabra para votar.
Más elegir representantes en la era tecnológica parece un contrasentido para muchas aspectos, dado que en nuestra mano tenemos un smartphone que en cada instante está enviando el información de nuestros gustos y preferencias. Así lo saben las grandes corporaciones tecnológicas y así lo utilizan para saber de nuestras preferencias y gustos. Bien se podría aplicar a la política y las elecciones.
En estas elecciones y en todas nos podemos hacer una pregunta: ¿Cómo votamos?:
¿Votamos con el corazón o con la cabeza, con el estómago o un poco más abajo?
¿Votamos contra o a favor de algo o alguien?
¿Es fruto del estudio y el análisis o de la intuición, o es un impulso, tal vez por instinto?
¿Desde la parte más emocional o desde la parte más racional?
¿Con ira y hartazgo o con serenidad y paz?
¿Por colores o banderas, ideologías o credos, por costumbre, por inercia?
¿Cómo es nuestro voto?
Ser un demócrata tiene una responsabilidad y es serlo con responsabilidad. Y para ser responsable hay que saber y darse cuenta si realmente lo somos.
¿Tú voto es responsable? Hablará de ti y será responsable de lo que ocurra en el futuro.
Adolfo Hitler fue elegido en unas elecciones.
Votar es una conquista de la humanidad. Un patrimonio intangible. Hagamos un uso responsable de él.
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