La opulencia toma las riendas de la vida y pese a que sean nuestros medios materiales escasos, nuestra manera de disfrutarlos es similar a la de cualquiera, con independencia de su patrimonio. Codicia o deseo suele ser el patrimonio intangible de casi todos.
Queremos más y mejor. Esa es la clave de la cultura de vida que nos han inculcado. Ir detrás de más y mejor.
El mes de febrero es el mes de su expresión más vulgar, en el Carnaval. Donde pasiones y deseos gozaban de libertad absoluta durante unos días, para luego enfrentarse a la Cuaresma, período de escasez.
Es normal que la sociedad prefiera la fiesta y el alborozo, que la oración y la penitencia. Así se lo hemos enseñado a nuestros hijos: Divertios que la vida son dos días.
La "buena vida" gana adeptos y la "vida buena" pierde parroquia.
Aprender, lo que se dice aprender, a tener una "vida buena" es la asignatura pendiente de una sociedad basada en la "buena vida".
No se encuentran ni maestros, ni escuelas de la "vida buena". Más de la "buena vida" están las redes sociales llenas de maestros y ávidos aprendices.
Aprender a vivir es hoy una urgencia, dada las cifras de suicidios, primera causa de mortalidad en España entre los 15 y 29 años.
Todo lo que te rodea es obra de la "buena vida", por tanto, a esta cultura del más y mejor has de responsabilizar de lo bueno y malo que te rodea.
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