Ni las sentencias.
Leer ha pasado de moda hace mucho tiempo, es cosa de pocos, de muy pocos.
Pero la verdad es que la inmensa mayoría de la población, aunque no es consciente de ello, sigue leyendo, poco, titulares, en los que encuentra la carnaza suficiente para luego poder sostener las carencias y la ideología, qué le conforman cómo es, cómo considera que es y debe ser.
Es fácil, por tanto, influir en la mente y el corazón de la gente que lea así, con pequeñas píldoras, cómo está, a las que se presta atención y posteriormente se escribe un discurso, toda una ideología, una creencia, para sostenerla y no enmendaya frente a cualquiera.
Y así, aunque no haya leído una sentencia. Aunque ni siquiera la vaya a leer nunca, lo tengo muy claro, cuál es el fallo, el veredicto. que ha de darse sin prestar ninguna atención a los que previamente, decidí o decidimos, qué fueran los que tuvieran que pensar y decidir el fallo.
Es por eso que los creadores de la democracia en la Antigua Grecia pronto se arrepintieron de dar voto a quien así piensa y así lee.
No hay comentarios:
Publicar un comentario