En el clima de Navidad buscamos unas buenas vacaciones y unos buenos y sustanciosos regalos, más que nada la Navidad es eso, dirán muchos de los que se han apuntado a este nuevo clima navideño.
El Espíritu de la Navidad, que es la Esperanza, se ha dejado al margen, tanto, que ya ni forma parte del camino. La Esperanza se ha sustituido por la planificación y la focalización en la metas, esos sueños que conforman nuestra vida, que le dan sentido.
Entre el clima y el espíritu me quedo con el ESPÍRITU, que hace años resumí en un libro que titulé, "HAZTE NAVIDAD, 30 días, 30 actitudes" y que supone hacerse niño o niña durante un tiempo con el único fin de volver a ser inocente, sí, inocente, por eso los cristianos lo representamos con el Niño Jesús.
Confieso que en estos días me es difícil, muy difícil, vivir el Espíritu y me veo invadido por el clima.
Mi consigna siempre es la misma, hay tiempo para todo y cada circunstancia tiene su tiempo.
Deseo a todos los oyentes de la COPE que estas Navidades vivan el Espíritu de la Navidad dentro del clima Navideño y así, lo que fue el legado de nuestros padres, siga su curso en la historia como sabiduría de vida.
La Esperanza como forma de vida, como bioprogramación vital es una enseñanza capital a lo largo de la historia. Quien no vive en la Esperanza pierde todo horizonte y comienza a sentirse perdido, presa del miedo existencial, el más poderoso destructor de la esencia humana que tan solo busca seguridades en lo material.
Es tiempo de Esperanza. Aprender de ella y sentirse Epsranza. Un camino que nuestros ancestros nos relataron como el del camino al Portal de Belén. Que allí nos encontremos todos.
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