Esta evolución presenta una resistencia. Nadie quiere morir en el intento.
Todo el mundo quiere vivir con pasión pero se olvidan del sacrificio.
La mariposa Nadal es admirada por su belleza y poderío sobre la pista de tenis pero pocos se paran a observar el inmenso sacrificio de una vida dedicada a su pasión, el tenis.
Sus horas de entrenamiento, ejercicio y dieta quedan ocultas detrás de sus alas cuando las despliega y gana partidos con tanta aparente facilidad y destreza.
Todo el mundo quiere ser Nadal, quiere ser mariposa, pero nadie quiere el sacrifico, el esfuerzo y el trabajo que esconde el gusano antes y después de su metamorfosis.
En épocas de crisis, como la que vivimos y vamos a vivir, muchos serán los que se resistan a la transformación que requiere un cambio de era como la que atravesamos.
El sacrificio llama a nuestra puerta y no encuentra candidatos. Pocos son los que acuden a su llamada. Es la Cruz que decía el Maestro de Nazaret. Cogela, ven y sígueme...
Es más fácil parar y contemplar lo bella que es la vida en cada instante que ocuparse de aquello que suponga sacrifico para que otros puedan parar y contemplar también.
Bienvenidas las MARIPOSAS, bienvenida su Cruz.
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