Ahora parece que el fenómeno se extiende a varias capitales que se ven invadidas por gran cantidad de turistas.
El turista lo conocimos en los años setenta con el surgimiento del sector turístico español en sus playas.
El sector se ha convertido en un motor esencial de PIB y el turismo interior es un fenómeno que favorece la subsistencia de los enclaves rurales más emblemáticos.
Ser turista es hoy una necesidad. No hay vida completa y plena si no eres turista, si no viajas.
Pero viajar y ser turista son dos actividades diferentes. La primera es una actitud o estilo de vida. La segunda es hoy un impulso condicionado por modas.
Viajar es una actividad que puede enriquecer el desarrollo personal.
Ser turista es una actividad poco consciente que depende de las modas y los estímulos mediáticos del momento.
Llenar las ciudades de turistas hasta saturarlas será el problema que se nos viene encima a los que vivimos en ciudades turísticas.
Los viajeros, los espíritus humanos inspirados por cada viaje que emprenden, son una minoría y sus rutas a veces sorprenden.
Ser un turista hoy en día es expresión de poca libertad aunque de entrada no lo parezca.
Está de moda visitar las ciudades y sus luces navideñas y allá vamos en manada.
Para algunos es pura economía y muy conveniente. Y aquí, y, con este argumento, se acaba el debate siempre.
¿Y tú, viajas o eres un turista?
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